No olvidéis, Virgen Santísima, las tristezas de la tierra.
Dirigid una mirada bondadosa sobre los que sufren
luchando contras las adversidades y cuyos labios
no cesan de apurar el Cáliz de la Amargura de esta vida.
Tened piedad de los que se amaban y han sido separados.
Tened piedad de las flaquezas de nuestra fe.
Tened piedad de aquellos a quienes amamos.
Tened piedad de los que lloran,
de los que rezan y de los que temen.
Dadles a todos la esperanza y la paz.
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